jueves, abril 26, 2007

El Lunes pasado me autodecrete franco y me fui a pasear, que me hace tan feliz!! Esta vez el blanco (y nunca mejor dicho) fue Piazza Venezia.

Decidi ir en autobus, asi iba mirando por la ventana y embebiendome de la belleza de esta maravillosa ciudad, sabiendo que tal vez eran mis ultimos dias aca.

Obviamente (con un solo autobus nunca llegas al destino planeado) tuve que bajarme al final del recorrido y tomar otro autobus. Me baje cerca del Tiber. Antes, cuando estabamos cruzando el puente, me encontre con una hermosa vista de Castel Sant’Angelo asi que volvi sobre mis pasos para robarle una foto.

Me tome el segundo autobus y luego de pasear por mil y una callecitas tortuosas, llegamos a Piazza Venezia. Su colosal monumento te saca el aire de los pulmones cuando lo vez.
Caminaba hacia él sin sacarle los ojos de encima, de tan maravilloso que es, sin prestarle atención al tráfico (cosa muuuy peligrosa acá!!)

Como no podía ser de otra manera, en todos mis viajes, a todos los lugares a los que fui, el monumento más importante siempre está lleno de andamios!! Y en Roma le tocó al Monumento Vittorio Emanuelle II. Sin embargo, el enredo de caños no le quita la grandeza a semejante mole de mármol blanco.

A medida que me fui acercando ya no me era posible verlo entero, de tan grande que es. Cuando empezás a subir las escaleras, ves un montón de cartelitos que piden el máximo respeto debido a la importancia del lugar. Es que en el mismísimo centro está la Tumba al Soldado Desconocido, que los romanos veneran más que a cualquier otra cosa en la ciudad.

A izquierda y derecha hay sendos pares de conjuntos escultórico bellísimos, llenos de simbología mitológica, que dominan la entrada.

Seguí subiendo las escaleras hasta la explanada de la Tumba, que está permanentemente escoltada por oficiales de no sé que fuerza. Por todo el monumento está lleno de "Carabinieri" que velan por el respeto al lugar. A cada rato se escucha que suenan el silbato advirtiendole a la gente que no se siente en las escaleras, que no fume, que no haga mucho ruido, en fin, vigilando que se guarde la solemnidad debida.

Estuve un rato en la explanada, divirtiendome con los turistas que se sacaban fotos con los policías, y admirando la vista un poco por encima de la ciudad.

Decidí subir por las escaleras de la derecha, darle toda la vuelta, y bajar por las de la izquierda. Pero al llegar arriba descubrí que te metías en el interior del monumento. Dentro había un museo, gratuito! Así que entré. Aunque me cuesta entrar en museos en días tan climáticamente perfectos.
Por dentro, el palacio era precioso, ricamente ornamentado. El tema del museo era la guerra. La Primer Guerra Mundial. En exposición se podían ver hermosos cuadros que describian la guerra (hermosos en su confeccion, no en su temática!!) También había cartas de algunos soldados a sus esposas o sus madres, y reliquias tales como espadas, bayonetas, botas y demás.
El prócer más preciado de los italianos (como para nosotros sería San Martín, supongo) es Giuseppe Garibaldi. Y el museo esta lleno de mementos de él. Retratos, cuadros, documentos, una frazada bordada, la bota que tenía cuando lo hirieron (tiene el agujero causado por el proyectil y todo!!), bustos, fotografías y cosas así.

Al terminar el recorrido, forzosamente volvés a salir al exterior, pero del otro lado del monumento. Justo como lo tenía planeado!! Pero hete aquí que no estaba en el frente si no en la parte de atrás!! Y lo que vi cuando salí me quitó el aliento. Estaba sobre una enorme terraza que dominaba todo el paisaje romano, en lo más alto del Monte Capitolino!!
Y un poco más allá, que me encuentro?? Pues, un café!!! Ideal! Así que luego de maravillarme con la impresionante vista que tenía por todos lados, me senté a tomar un cappuccino que no puede faltar en mis salidas.
Me costaba irme de ahí, no quería dejar de contemplar el magnífico paisaje. Me hubiera quedado hasta el atardecer...
Pero tenía que segui camino. Así que agarré via del Corso, que sale desde el frente de Piazza Venezia, y la recorrí entera en toda su longitud hasta su fin en Piazza del Popolo.

Una vez más, como todas las veces que pasé por ahí, me senté en la base del obelisco a mirar el ajetreo de la ciudad. Desde ese punto se tiene una visión perfectamente simétrica de Via di Ripetta a la derecha, Via del Corso en el centro y Via del Babuino a la izquierda y entre calle y calle, las iglesias "gemelas" de Santa Maria en Montesano y Santa Maria de los Milagros.
Buscando la parada del autobus que me llevaria de vuelta a casa (o por lo menos hasta la mitad del camino) me encontré con una vidriera muy particular. Me arrastró los ojos al instante, como si ellos solos habían querido buscar la familiaridad de lo que veían. Allí, del otro lado del vidrio, había un montón de paquetes de Nobleza Gaucha, Cruz de Malta y Rosamonte entre varios frascos de Dulce de Leche!!!!! JOJO! Era una tienda de productos "exóticos" de diferentes partes del mundo....

Me dieron unas ganas de comer criollitos.....


Si! Obvio que hay mas fotos!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lindo paseito,instructivo...Lch