viernes, abril 27, 2007

Basílica de San Pedro

Amaneció un precioso día de sol. Ideal para pasarlo afuera. Así que decidí hacer una pasadita rápida por Internet y salir al aire libre. Pero hete aquí que cuando salí del cyber, el cielo se había convertido en una masa amarillenta y tormentosa, había estado lloviendo, y, aunque ahora ya no, amenazaba con continuar.

Recorrí en mi memoria los taaantos museos disponibles en esta ciudad, y me encaminé a la Ciudad del Vaticano. Me bajé en la Plaza de San Pedro, sin la menor idea de por dónde se entraba a los Museos.

Siempre que voy me quedo maravillada por la perfección de las formas... La plaza perfectamente simetrica, la colosal "columnata" del genio Bernini, el frente de la Basilica, y la magnífica cúpula de Miguel Angel. A veces no puedo creer que esté contemplando una obra de Miguel Angel. Toda esa gente, esos genios, siempre parecieron personajes de cuentos. "Había una vez, en el siglo XVI..."
Gianlorenzo Bernini cada vez me sorprende más. Sinceramente no sabía que había sido tan prolífico y famoso. Y las cosas que hizo... "my God..." Se está convirtiendo poco a poco en mi favorito! Casi toda Roma está signada por sus bellísimas obras...

Una lluviecita finita, de esa que no moja pero molesta, caía sobre toda la plaza. Pensé en visitar primero la Basílica antes de los Museos, pero había una cola larguísima de gente para entrar y todos ellos tenían paragüas, menos yo. Así que lo pensé mejor y me fui directo a los Museos Vaticanos.

Había que darle casi toda la vuelta a la ciudad del Vaticano, siguiendo las murallas, hasta que encontrás la entrada a los Museos. Como me lo temia, el Museo hoy cerraba temprano, a las 15hs. Y entre que pasé por el cyber y me detuve a abstraerme con la belleza de San Pedro, ya eran las 14hs. A esa hora ya no valía la pena pagar los 14€ que vale la entrada... hay tanto para ver ahí adentro!!Además, había leído en un calendario que el próximo domingo los Museos estaban abiertos gratuitamente!! (el último domingo del mes). Y habrían más temprano, y cerraban más tarde. No era mala idea. Me ahorraba los 14€ y podía ver, si no todo porque es imposible, por lo menos bastante.

Pegué media vuelta y recorrí otra vez los límites de la muralla camino a San Pedro. En el camino, en Piazza del Resorgimento, encontré de casualidad la gelatteria Old Bridge, que Mariachiara me había recomendado efusivamente. Dispuesta a probar todas las heladerías que encuentre, me compré un heladazo de crema café (una de las preferidas de mi papá, jejee) crema Bacio (como los Perugini) y crema caramelo. Sublime!!!

Cuando llegué a San Pedro, la cola de gente, si bien seguía siendo larga, por lo menos iba bastante rápido. Y había salido el sol, jejeje, así que una vez más, me metí en la cola y pasé los controles. Le saqué otra foto a los Guardias Suizos (me encanta el trajecito!!) (vale decir que estaban exactamente en la misma posición que la otra vez, jaja) y me puse a chusmear ciertos rincones fuera de la Basílica que no había visto.
Así fue como encontré la puerta por donde se sube a la cúpula, paseo altamente recomendado por mi guía. Había muchísima gente para entrar.
Un poco más allá, había otra puerta, por donde se entraba a las Grutas Sagradas. Me metí a ver que onda. Además de muchísimas reliquias rescatadas de la Basílica Constantina, que estaba en ese mismísimo lugar antes de que construyan San Pedro, en las Grutas Sagradas se encuentran las tumbas de los Papas que precedieron a Benedicto XVI. Había de todo, desde túmulos impresionantemente ornamentados a los más simples recordatorios, todos con el nombre del Papa que guardaban.Más allá, había un montón de gente acumulada, así que me acerqué. Y me encontré con la tumba de Carol Wojtyla, Juan Pablo II. El Papa con el que crecí, el que toda mi vida simbolizo el Papado puesto que jamás conocí otro. Hasta el día de hoy me cuesta ver a Ratzinger como Papa porque para mi sigue siendo Wojtyla.

Ahi estaba la enorme loza de mármol blanco con la inscripción Joannes Paulus II, llena de flores y mensajes. Y un montón de gente arrodillada enfrente. Me emocionó un poco ver la tumba. Si bien no soy católica, ni cerca, sé del amor que la gente le tenía e incluso a mí me parecía un muy buen hombre, realmente dedicado a su función con amor y abnegación. Me quedé un rato ahí, estudiando la emoción de la gente al pasar por el lugar. No se podía sacar fotos pero cuidadosamente me las arreglé para robarle una imagen, aunque no es la mejor posible, jejeje.

Luego de ver algunas tumbas más, sobre una pared te encontrás con un muro de cristal, y más allá del muro, un altar con todos los colores de mármol que existen, riquísimamente ornamentado. Era la Tumba de San Pedro, la piedra fundacional de la Iglesia Católica. Joder... que impresionante, no?? Un lugar tan importante para tantísima gente en el mundo... y ahí estaba yo, parada enfrente... No pude evitar recordar "Angeles y Demonios" de Dan Brown, y sonreír al pensar que supuestamente por aquí abajo estaba el recipiente de antimateria que haría desaparecer al Vaticano, jeje...

Volví a salir al exterior por el lateral izquierdo de la Basílica, y caminé hasta el frente para volver a entrar.

Cuando entré, me impresioné más que antes. Es tan enormemente gigantesca!! La última vez que entré, además de estar llena de gente, el recorrido estaba muy acotado por la Guardia Suiza, a causa de las misas pascuales. Ahora era libre de andar por donde quisiera... y es tan grande!!

Lo primero que me llamó la atención, recordando mis charlas con Analía, fue la Capilla de la Piedad, donde está la obra más hermosa de toda la vida de Miguel Angel. La Piedad, la Virgen sosteniendo el cuerpo sin vida de Cristo. Es bastante más chica de lo que la imaginaba, pero infinitamente más hermosa. Es perfecta... tan armónica e inmaculada, sin duda una obra maestra...

Bueno, no les voy a describir una a una todas las cosas que he visto ahí adentro porque sería el blog más largo de la historia. He visto infinidad de esculturas y monumentos, uno más hermoso que el otro, pinturas, frescos y bajorrelieves de una belleza suprema, miles de detalles simbólicos aquí y allá, y un larguísimo etcétera.

Pero cuando llegué al altar mayor... Dios mio... (y nunca mejor dicho, jeje...) El Baldaquín de Bernini sobre la tumba de San Pedro es una de las cosas más hermosas que he visto en mi vida... y encima, coronado por la genial cúpula de Miguel Angel, el conjunto es sin duda digno de admiración extrema. La verdad es que lo querían mucho a San Pedro. Jamás he visto una tumba tan hermosa y tan opulenta. Y encima, los rayos del sol se colaban por las ventanas de la cúpula e iluminaban todo con una luz divina... una foto imperdible... Adoro cuando el sol se mete así en las Iglesias... Es un poco pagano, jajaja, siendo el sol la divinidad principal de muchas otras religiones "paganas". Pero el catolicismo igual ha tomado muchísimo de "religiones paganas" así que no les debe molestar...
Se van a reír cuando les cuente que me perdí la famosa estatua de San Pedro, esa que tiene el pie gastado porque todos se lo besan. La verdad es que vi una estatua negra (de bronce) a un costado, pero no me llamo la atención porque no era ni la más linda, ni la más grande, ni la más impresionante, y no le di una segunda mirada. Y luego, en casa, aprendí que era esa la famosa escultura, jajaja. Analía me va a matar!! No se preocupen... volveré!!!

En el extremo de la nave principal, se encuentra la Cátedra de San Pedro, un bellísimo (y "bellísimo" es poco) altar que incluye la silla de madera que, se cree, era el mismísimo trono de Constantino (cabe decir que Constantino es el emperador que literalmente "fundó" el catolicismo en el Concilio de Nicea). En la parte superior, otra maravilla de Bernini, un ojo de cristal cromático que simboliza al espíritu santo en la forma de una paloma, en medio de un torbellino de ángeles y nubes en bronce dorado. Su belleza, les juro, te deja sin palabras...

Terminé mi recorrido por el lado izquiero de la Basílica. Otra sucesión de fantásticas obras de arte por doquier. Cuando estaba de este lado, una misa comenzó en la cátedra de San Pedro. Es muy raro el efecto que tiene en mi, escuchar a un cura hablando en latín, con la acústica de una iglesia. Tiene un efecto dopante y sublime a la vez...
Me senté en una de las tantas capillas, en parte para descansar, en parte para disfrutar del extraño efecto narcótico de los sonidos. En lo que estaba ahí sentada comenzaron a tocar el órgano. Que maravilloso instrumento, que puede ser solemne y terrorífico a la vez.

Me transmitió una paz que necesitaba muchísimo, luego de los días convulsos que había vivido. Entendí un poco más la necesidad de la gente de esa fe ciega que los anima, que les da seguridad y confort, pase lo que pase. Y un poco los envidié. Siempre recuerdo la frase esa que la abuela tenía en su casa y que yo siempre leía cuando era chica. Creo, si no me equivoco, que es de San Agustín. Siempre la consideré como la sintesís perfecta de lo que es la fe. Y en silencio, sentada ahí en la catedral del catolicismo, por más agnóstica que sea, envuelta en esa atmósfera tan particular, la repetí...

"Señor, dame la Fortaleza para aceptar
aquellas cosas que no puedo cambiar,
La Voluntad para cambiar aquellas que sí puedo
Y la sabiduría para reconocer la diferencia..."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Viva,la Virgen Del Rosario de San Nicolas,ella te llevo hasta alli a conocer la paz que se siente...lch