El mundo es un pañuelo??

Ayer llegó mi querido Jeremías!!! Que alegría me da que esté acá!! Llegó temprano en la mañana. Lo fui a buscar a la estación y fuimos a casa.
Entre café y galletas, conversamos toda la mañana, como no lo hacíamos en mucho tiempo. Las horas fueron pasando sin que nos demos cuenta.

El evento del día era el reencuentro fraternal entre el Jere y el Pato. Yo trabajaba a las 15.30 pero de todos modos me daba el tiempo para acompañarlo al lugar del suceso.
Como a las 11 de la mañana, la llamó a la Ceci, la madre, como habían acordado. La Ceci habia llegado de Francia a Barcelona el Martes, para recibir a Kiev, su pareja, que venia de Suecia, para irse anoche a Menorca los dos. Le tomo prestada la frase a mi madre para decir que "Barcelona es una gran terminal", jaja.

Acordaron que nos encontrabamos a la 1:00 en Plaça Real, ese lugar mágico donde todo puede pasar y que tiene tantas historias. Estaba a punto de tener una más....
Lo lindo de todo esto, y lo que más nerviosos nos ponía a todo el resto, es que el Pato no sabía nada de lo que estaba por suceder. Ni siquiera sospechaba que existía la más mínima posibilidad de que Jere esté en Barcelona. En su cabeza, volver a ver a su hermano no era algo que sucedería pronto, no importa cuánto lo desease...

Fuimos en Autobús, para que el Jere pudiese mirar por la ventana un poco, y nos bajamos en Drassanes. Ceci habia dicho que estarían a la derecha entrando desde las Ramblas. De lujo. Ya cuando nos bajamos del colectivo yo no podía más de la emoción. Imagínense como estaba Jere.

Al fin llegamos a Plaça Real y el Jere se abalanzó hacia adelante. "PARAAAAA!!!" le tuve que poner la mano adelante. "Entremos despacio; si no, te va a ver" "Tenés razón, tenés razón" los ojos se le salían de las órbitas.
Apenas pasamos unas columnas, los vimos, sentados en un café. Por suerte, lo teniamos al Pato de espaldas y a Kiev de perfil. La única que nos vio fue la Ceci. Intentó ser disimulada, pero imagínense que en un momento así se destierra todo tipo de racionalidad. Le empezó a hacer señas al Jere de que vaya por el otro lado de la columna. El Pato la empezó a mirar, sin entender qué le pasaba. El Jere ya estaba casi corriendo. Yo intenté alcanzarlo y llevarlo por el otro lado pero hizo caso omiso de mis esfuerzos y poco más se tira arriba de la mesa.

Bueno, acá hay un par de fotos para ilustrar el momento, pero no podré nunca explicarles lo emocionante que fue. Dios, si son como mi familia! Las caras de ellos dos, los repetidos abrazos, las palabras de estupefaccion del Pato, la sonrisa gigantesca del Jere. La Ceci era un sólo llanto. Para ellos, en ese momento, no existía nadie más que el otro. Si el Jere hasta se olvidó de saludarlo a Kiev, a quien veia en persona por primera vez, jaja.

Pasaron 4 años sin verse. 4 años!! Es mucho. Dios me guarde de pasar 4 años lejos de mis hermanos.

Qué hermoso momento. Estoy feliz de haber podido ser parte de eso. Barcelona no deja de asombrarme. Siempre tiene algo bajo la manga. Sé que generalmente relato despedidas. Pues, acá va un reencuentro para equilibrar...

Pasaron toda la tarde juntos, quién sabe todo lo que hablaron y compartieron. El Pato lo llevo a su casa, y después a pasear en auto. Lo llevó hasta el mirador del Tibidabo. Siempre tiene algo para mostrar, fuera del recorrido turistico, jeje.

Cerca de las 21.30 me lo devolvió. Lo trajo hasta el Alberguinn. Yo estaba justo afuera, en el descanso de la escalera, y los vi llegar. Y los vi despedirse. Un sólo abrazo eterno y miles de cariñosas palmaditas en la espalda. No sé qué se decían, pero (secreto ;) ) alcancé a escuchar un "yo también". Se me escaparon algunas lágrimas de nuevo. Estaba tan feliz por ellos!!

Otro momento cinematográfico, para recordarnos que la realidad, siempre, pero siempre, supera a la ficción.