miércoles, febrero 28, 2007

Recarga de baterías

Estoy un poco retrasada, lo sé... Y bué...

El Viernes 16, continuando con las celebraciones de cumpleaños del Señor Champa, partimos rumbo a Bialet Massé, nuestro viejo santuario, nuestro refugio, nuestro lugar sagrado de desenchufe y recarga de pilas...

Ibamos a salir temprano. Bah, los chicos tenían la intención de salir temprano, yo no, jajaja, siendo que la noche anterior habíamos “trasnochado” un poco.

Una vez en la ruta de tierra, yo estaba re desubicada, no tenía la menor idea de por dónde ir. Es que siempre me indicaron el camino. Y las referencias que había están irreconocibles!

Las sierras están bellísimas. Eso ya se los dije... Te llenan el corazón de paz y alegría. Te dejan la boca abierta con su imponencia, su vastedad.
Y Bialet Massé siempre fue nuestro santuario...

Llegamos al atardecer. Y estaba nublado, así que casi no había luz. Finiquitados todos los procedimientos de inauguración (abrir la puerta te toma unos 15 minutos, encender la heladera, otros 10) nos sentamos a hacer lo que habíamos ido a hacer: estar al reverendo pedo!
Hacía frío, bastante frío, impropio de la fecha. Pero hoy en día...
Esa noche decretamos hamburguesas a la sartén porque afuera helaba. Y después de la cena, un partido de cartas (nuestra bien amada “Escoba de 15”) hasta las cuatro de la mañana.

“Ir a dormir” siempre significó quedarnos por lo menos una hora más charlando, sólo que acostados. Esta vez no fue la excepción. El problema es que la vela que prevenía que Analía y yo entremos en pánico, se extinguió antes que nuestra vigilia. Y el pobre Jeremías tuvo que levantarse a tientas a buscar un reemplazo...

No amanecimos temprano, pero así y todo hacia un día más que espectacular. No había ni una sola nube en el cielo, que con la lluvia del día anterior estaba de un azul fantabuloso. El paisaje que tantas, pero tantas veces habíamos mirado, una vez más nos dejaba sin habla... Conocíamos de memoria cada pliegue, cada arbusto, cada perfil. Y sin embargo, ahí estábamos una vez más sorprendidos de tanta belleza.

Menú para el mediodía?? El obvio!! Asadito!! El “asador” de turno era el Jere, que según dijo, tenía la meta de sobrepasar a nuestro antiguo asador, Berni, que ahora andaba comiendo saltamontes y chiles. La verdad es que a Jeremías no le falta mucho. Le salió sublime. O tal vez eran las tremendas ganas de asado...

Toda la tarde la dedicamos a rascarnos el pupo, jugar a las cartas, charlar, quedarnos en silencio, tirarnos al solcito, charlar un poco más, mirar el paisaje, y cosas así.
A la tarde llamó la Magui, por suerte la habíamos convencido de que vaya. Había que ir a buscarla abajo, a la ruta, así que mandamos al único que nunca se queja cuando hay que manejar vehículos...
Llegaron al rato con más fernet, y una picada que llevó Magui.
El menú de la noche le tocaba al Champa. Está incursionando en las pizzas a la parrilla y aprovecha cada oportunidad de practicar.

Trasladamos la mesa al lado de la parrilla, el calorcito de las brasas estaba muy acogedor. Después de comer nos mudamos adentro, armamos un jueguito de cartas, y terminamos con el juego preferido del Champa: el Tutti Frutti. No le fue tan mal, e incluso se comportó bastante, sólo le pegó a la mesa dos veces. Aunque inventó algunas palabras nuevas que entraran en Wikipedia en breve... :P

Entre tuttis y fruttis, nos acostamos como a las cinco y media de la mañana. Y nos levantamos con el sol hacia el oeste, jejeje.


Mientras el Jere se mandaba otro asadito, las chicas nos escapamos al río. Estaba precioso. El agua no estaba ni transparente, ni celeste, ni marrón. Estaba dorada. Y para nada fría. Suponíamos que los chicos nos iban a pegar el grito cuando esté listo el asado. Pero Analía de vez en cuando vigilaba si salía humo de la chimenea, jeje.
Mientras tanto, chapoteabamos en el arroyo y nos tirábamos a charlar sobre las piedras. Luego de un tiempo prudente, volvimos a la casa y el asado estaba casi listo. Y delicioso.

Y después... a seguir rascándonos el pupo!! La verdad es que siempre el día de la vuelta fue el más perezoso. Una vez allá, no dan ganas de empacar y volver. No es divertido.

Fuimos haciendo todo de a poco, lentamente, como para no salir a las apuradas y poder quedarnos un poquito más.
Y una vez que teníamos todo listo, todo empacado, todo subido al auto y todo limpio, nos sentamos en la galería, a disfrutar de una picadita con fernet, mientras el sol se ponía allá lejos, en Los Gigantes...

Y con el sol, se fue otro fin de semana que estará recordaré por siempre, porque recuerdo todas y cada una de las veces que fui a esa casa... Y siempre fue especial, siempre será nuestro santuario...






































































































viernes, febrero 09, 2007

Nuevos Buenos Aires


Siempre me costó ir a Buenos Aires. Nunca le tuve mucho cariño. Iba sólo a visitar a la familia. A verlo crecer a Tomi. Y volvía enloquecida por el ritmo de vida de aquella ciudad.

Esta vez fue diferente. El motivo del viaje era el mismo. Visitar a la familia. Darles un abrazo y llevarles los regalos que les había traido. Pero la forma en que encaré la ciudad cambió. Fui con ojos de turista. Con la cámara de fotos ávida de postales. Y lo disfruté...
Ya estoy vieja para viajar en colectivo, jejeje. Llegué muy temprano en la mañana del 7 de Febrero, completamente contracturada y sin dormir.
Mi tío me fue a buscar a la terminal y nos fuimos al departamento de Soler. Tomás estaba durmiendo. Me quedé con la boca abierta al ver el tamaño que había adquirido en mi ausencia... Me pegué una siestita y cuando me levanté, él ya estaba despierto. Me tiró los brazos al cuello con una sonrisa... Nunca había pasado tanto tiempo sin verlo...
Esa noche fuimos a una pizzería a celebrar el cumple del tío Billy. Estaba toda la familia.
Faltaba Gustavo... y me dio una sensación extraña...
Comimos muchísimo y charlamos de todo un poco. Juan Román está enorme también! Se estiró muchísimo pero por suerte no perdió esa panzota que tanto me gusta!!! Y otra que está panzona es justamente Marcela!! Mara está adentro, y estaba bastante inquieta! Espero que me manden fotos después así la conozco...
El Jueves Tomi se quiso quedar a dormir en lo de los abuelos, para pasar tiempo conmigo, jeje. Estaba tan feliz con su camiseta del Barça! No se la quería sacar... tuvimos que convencerlo de que se la saque aunque sea para dormir, y la colgó de una silla “así la vigilábamos para que nadie la toque”, le dio un besito, y se acostó.
El viernes decidí pasar por la Embajada de Holanda, en Puerto Madero. Sin mucha fé, puesto que estaba segura de que ya había cerrado, pero así de paso salía a pasear. Así que caminé por Puerto Madero, subí hasta la Casa Rosada, y la rodeé para llegar a Plaza de Mayo. Me senté en un barcito en Avenida de Mayo a tomar un cafecito con un tostado y de ahí me fui hasta la peatonal, a chusmear.
Hacía muchísimo que no paseaba por Buenos Aires... y menos aún con una cámara de fotos... los paisajes típicos porteños, qué gusto me daba verlos, respiraba ese aliento de tango que hay en cada esquina y me emocionaba. Había estado tan lejos... tan privada de todo eso...
Sábado a la noche. Y era mi última oportunidad de conocer a mis cyber-amigos pearljammeros. Así que allá fui. Me tomé un taxi y me fui a The Oldest, en Caballito ( o eso me dijeron, jaja)
Ahí conocí personalmente a la Ceci, a Sebas y a Germán. La verdad es que la pasé muy lindo y me reí mucho. Y salí de noche, actividad que escasea últimamente en mi agenda...
Me tomé una caipirinha maldita que nubló mis sentidos... :P
Cerca de las cinco y media estaba de vuelta en lo de los tios. El problema era que mi tia me iba a despertar a las diez para salir a pasear.... Chanfles...
Pero me levanté, y fresca como una lechuga. Fuimos a caminar por San Telmo, que los domingos se pone re lindo por la feria. La plaza de San Telmo se convierte en un gran shopping al aire libre donde podés encontrar lo que se te ocurra, todo tipo de antigüedades y cosas curiosas, como sifones de colores, pavas antiguas, juguetes y ropa.

Antes de volver nos tomamos un cafecito en un barcito muy lindo. Mi tío me hizo el favor de hacer una parada en Plaza de Mayo para que le saque una foto al Obelisco, jejeje. Y nos fuimos al depto.
Al poco tiempo llegaron Mariela, Gato y Tomi para almorzar. Y con Tomi vimos el partido del Barcelona vs. Racing de Santander, jajaja. Como para no perder la costumbre...
Ese día pegaba la vuelta. Me costó un poco despedirme de él. No sé por qué. De todos en realidad. Es que nunca pasaba tanto tiempo sin verlos. Yo solía ir a Buenos Aires unas cuatro o cinco veces al año...

Pero como dicen todos: ya deberías estar acostumbrada, Nice...

De todo un poco...