Es como ver crecer a los niños, uno no se dan cuenta de cuánto han crecido hasta que deja de verlos por un tiempo. Lo mismo pasa con nosotros mismos. Vamos cambiando constantemente pero como vivimos con nosotros no nos damos cuenta.
Aunque, a veces hay momentos epifánicos en los que uno dice "yo no era así". Esos momentos epifánicos pueden llegar de muchas formas diferentes y sin ningún disparador obvio, por eso son epifánicos.
Para una argentina, nacida y criada, no es algo normal volver a su casa, entrar en la cocina, y ver en el fregadero un montón de caracoles retorciéndose y asomando sus cabezas en su intento por escapar de una bolsa de red. No es algo que pase todos los días. Son efectos colaterales de convivir con un gourmet portugués.
El hecho de que yo vuelva a casa, entre en mi cocina, y no me sorprenda con esa imagen de tan exquisito surrealismo, es un indicativo de lo mucho de nuevo que hay en mi o a mi alrededor. No es la primera vez que veo caracoles retorciéndose en mi cocina... ni otros crustáceos y moluscos más (o menos) complejos. Pero ayer, epifánicamente, me dio por pensar... "joder, esto no es normal!!!" :P